JOHANNESBURGO - De manera agónica, como no podía ser de otra forma, en la prórroga, con un gol del mago Andrés Iniesta, España fue recompensada por el fútbol después de casi un siglo y alcanzó la anhelada gloria del título mundial al imponerse a una Holanda que estuvo alejada de su fútbol habitual.
La 'Roja', campeona de Europa hace dos años en Viena, se coronó en el Soccer City de Johannesburgo como el mejor equipo del momento y rubricó un trienio de ensueño.
Todo un premio a una generación grandiosa, que ha llevado al fútbol español a la excelencia y a las más altas cotas, y todo un castigo para una selección holandesa que distó notablemente de la imagen mostrada hasta ahora y que no fue digna heredera de aquellas generaciones grandes que lideraron Johan Curyff y Marco van Basten, y cayó en su tercera final de un Mundial tras la de Alemania'74 y Argentina'78.
España fue mejor, sin discusión. Pudo haber ganado antes, mucho antes, pero también podía haber perdido si no surge, de nuevo, su gran capitán, Iker Casillas, para amargarle la noche a su ex compañero Arjen Robben.
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