SPRINGFIELD -- Dicen que no es agradable ver llorar a un hombre grande.
Después de estar en la ceremonia de inducción al Salón de la Fama del Básquetbol el viernes por la noche, no estoy de acuerdo con la afirmación anterior.
Las lágrimas de alegría son algo para contemplar, y las que brotaron de los ojos de Karl Malone fueron reales, así como también fueron de verdad las que surgieron de los ojos de Scottie Pippen, ya que recibió el máximo honor que en su profesión le pueden otorgar, la incorporación al Salón de la Fama.Leer más
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